La exteriorización del objeto tecnológico

Cuando la tecnología avanza se compromete con el hogar, con el habitar, más bien, trata de llevarlo todo a él, la limpieza, el calor, el control de los alimentos, lo audiovisual, etc.

Tiende luego a salir del interior en un asunto que nombraría como una tercera etapa de la tecnología objetual*, la “exteriorización asimilada del objeto tecnológico” que tiene que ver con el cómo una nueva tecnología que ya se ha establecido en el hogar, genera una conducta de consumo adquirido con tintes de necesidad cotidiana, donde se hace necesario portar o ligarse con dicho objeto o circunstancia. Esto trae consigo el re origen de los actos cotidianos, la fusión de actividades, el añadimiento de coordenadas que por cierto no están muy bien estudiadas.

Pensemos por ejemplo en el walk-man, o seamos más siúticos y contemporáneos, y nombremos al IPOD, producto que tan en boga está. Es un objeto que quiere traer al exterior, una reducción del gran equipo de música, quiere llevar consigo toda la música que puedes oír en tu casa, más aun, carga en él, todo cuanto quieras escuchar cuando se te ocurra… irrebatible producto, ¿qué más le vas a pedir?, hay algo que pedirle, como a todos los reproductores portátiles que funcionan con audífonos, y es que te vuelves sordo al usarlo, no por que tu abuelita te dijo que oírlo muy fuerte te dejaría sordo, sino por que cuando lo usas pierdes control auditivo del entorno, te vuelves minusválido por así decirlo, se genera una exigencia visual que se ve sobrepasada, piensa en la típica anécdota del ciclista que se gana un par de improperios por que al no escuchar y sólo tener la visión acotada hacia delante, no logra oír los bocinazos de los conductores a su alrededor. Es decir, el instalarse uno de esos artículos te acota en unas ansias de, pienso yo, insistir en un asunto clave, la intimidad.

Si usas un reproductor portátil tiene que ver con tus gustos, con tu necesidad de oír sólo lo que tú quieres, de encontrarte en tú espacio, quiere llevar esa intimidad que te otorgan las paredes en tu casa al exterior.
Y es que el concepto de la intimidad es concurrente en este tema, lo íntimo quiere estar cerca del cuerpo, oculto al resto y precisamente el fin formal que se infiere de este tipo de objetos es que quieren ser cuerpo.

El reproductor quiere ser cuerpo, el audífono quiere ser oído. Es más, se está desarrollando e investigando un sistema de sonido que le compete profundamente al cuerpo. Se está analizando la capacidad de los huesos de transmitir el sonido a través de ellos y así reproducirlos por ejemplo, en alguna pequeña parte ósea del oído.

En este punto surgen unas preguntas como por ejemplo:
¿Es el sentido del objeto tecnológico ser parte del cuerpo?, ¿Cómo se verán afectadas nuestras capacidades sociales al momento de insertar y fusionar nuevos elementos sensitivos al diario vivir?

Se puede especular sobre el asunto y dándome el gusto de hacerlo puedo,
al modo de nostradamus aseverar algunas cosas…

En el futuro no necesitaremos de baños, un dispositivo instalado en nuestros propios sistemas evacuadores, nos garantizarán una rápida eliminación de fluidos y sólidos y un grato aroma limón.

Dispondremos de un sistema en la mano donde el tacto y la presión regularan la temperatura de los alimentos asidos, y así disfrutarlos como se debe.

El comer quedará reducido a la simple ingestión de cápsulas de ínfimo tamaño las cuales vendrán de todos los sabores, eso si, el filete será siendo más caro.

Concluyendo puedo decir que, según mi opinión, la movilidad de la tecnología y los objetos tecnológicos van a terminar generando un propio cuerpo habitable, que no dependerá de un techo ni de unas instancias, será autónomo en todo sentido, lo triste es que se perderán actos, costumbres y ritos propios del hombre, quizás ya no tenga que invitar a mi polola al cine, sino pedirle que se conecte a mi sistema o quizás esas distendidas conversaciones en torno a una cena queden resumidas en unas saciantes cápsulas sabrosas de nueva tecnología.

gustavo.

* La primera etapa correspondería a la aparición de la nueva tecnología y la segunda al proceso en que esta, llega al hogar o al habitar cotidiano, por ejemplo, cine, TV, TV portátil. Este criterio se origina en una simple especulación del escritor.
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